viernes, 10 de febrero de 2012

UNA PIZCA DE SAL


 Claire estaba contenta ese día, era un día precioso para ella, incluso había estrenado medias, tenía una importante reunión por fin saldrían los resultados, por fin estaría más cerca de la cima.
 Arrancó su coche condujo hasta allí con la música alta y la autoestima por las nubes, dispuesta a ganar, estaba orgullosa y  segura de su trabajo. Al llegar a la conferencia estaba su equipo en la puerta, ella siempre va justa de tiempo y ellos se lo toman bien, incluso se ríen. Son un grupo magnífico y se respira un ambiente envidiable entre ellos. Realizar este proyecto juntos significaba mucho,  tantas horas de trabajo, tantas ideas, tanta ilusión, tanto estrés.. 
Sentados en sus butacas se disponen a recibir el veredicto. Han trabajado en un proyecto muy duro y esperan la recompensa por la que han luchado. 
Unas palabras de agradecimientos antecedieron a su gran decepción , una vez más habían perdido, habían perdido su sueño, su ilusión, una vez más trabajar para nada, trabajar para que tiren a la basura sus ideas. 

Claire  tenía ganas de estar sola, esto era todo para ella su equipo no se lo tomó tan mal pero ella decidió marcharse del lugar sin despedirse del resto.  Estaba arta de las injusticias, arta de  ilusionarse y decepcionarse, necesita respirar  y huir de la contaminación humana. Nadie puede imaginarse lo que esto supone para ella.

Siempre ha tenido un carácter peculiar, que a todos encanta y que  muy pocos logran  alcanzar entender. Necesitaba encontrar un por qué, para ella perder ese concurso suponía un fracaso  no intencionado e injusto. 
Segunda, cuarta,..ya queda menos para llegar esta vez la música aun estaba más alta y su mirada se perdía entre la carretera. Quinta. Ya percibía el dulce olor a sal que tanto le reconforta. Cuarta, tercera. Tomó la salida hacia su destino, un lugar que era de todos pero solo era habitado por ella, quizás alguna vez pasaba alguien pero  ella nunca lo ha notado, es un lugar donde yace sola con sus pensamientos.

Bajó del coche, se quitó los tacones  y corrió hacia allí. La arena fría y la brisa marina eran sus acompañantes en aquel triste atardecer. El movimiento de las olas la cautivaban, ella caminaba por la orilla con sus pensamientos sumidos en lo que había sucedido. 
Se siente mal por no poder responder sus porqués pero continúa paseando, dejándose llevar por ese atardecer de invierno. Cuando ven a Claire nunca a nadie se le ocurriría decir que pasea sola por la playa cuando necesita responderse la gente tiene una imagen de ella muy equivocada, pero eso no le importa.

 Al fin llegó a su roca, desde su roca había encontrado solución a todo lo que le preocupaba y ahora pensaba en su vida en su carrera y en su trabajo. Mientras el sol se escondía ella iba escuchándose a sí misma y no lograba entenderse. Cuanta rabia e impotencia recorrían su cuerpo ,tanta que no pudo evitar dejar caer unas lagrimas de dolor que necesitaba liberar. Las dejó fluir una detrás de otra, le gusta que la brisa marina seque sus lagrimas.
 Casí era de noche ya , llevaba en aquel lugar dos horas y continuaba hipnotizada sin ganas de irse estaba en la intemperie más protegida del mundo, allí se sentía libre.
Una presencia interrumpió sus pensamientos. Justo en la roca de al lado se sentó un hombre, muy curioso, llevaba un abrigo negro largo y un sombrero azul oscuro.

-¿Quieres? (le dijo ofreciéndole un pañuelo).
Claire le observo un poco atónita y incomodada:
-Muchas gracias.
-¿no crees que  el mar ya tiene demasiada agua salada? no es necesaria más.
Claire le miró extrañada, se sentía invadida por aquel extraño que increpaba su soledad. Pero a la vez le llamaba la atención y se preguntaba que hacía en aquel lugar.
-¿crees que todas las lagrimas derramadas llenarían un mar? le preguntó tras un silencio.
El hombre sonrió y  mirando al mar le dijo:
- Si todos llorasen como tú en un mar seco , pero no todos comparten sus lagrimas con el mar ¿qué te trae por este lugar tan apartado?
- Estoy encerrada en una caja de cristal, me siento limitada y me gusta venir al mar, él no tiene limitaciones, es auténtico y natural.¿Y tú?
-Simplemente paseaba por aquí y me he acercado al verte, pensé que necesitarías algo.
-Gracias por preocuparse pero estoy bien 
.
El sonido del mar volvió a ser el protagonista y pasados unos minutos el hombre se levantó y le dijo a Claire:
-Sabes, la vida te da unas bofetadas enormes, a veces decides devolvérselas, a veces recibirlas y a veces decides esquivarlas. La mejor opción es recibirlas y dejar que el dolor pase y pensar cómo hacer que  no te azoten  tan dolorosamente las situaciones.
Sin decir nada, el hombre despareció entre las rocas y Claire se quedó conmovida por aquella reflexión tan apropiada que el hombre le había aportado.
Claire había encontrado la respuesta a sus preguntas. El cambio era la clave, su vida cambiaría por completo a partir de ese día.
El camino te enseña a andar y andando descubres el camino.



Paula Comes Rodríguez.

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